La gota es una de las enfermedades más clásicas de la reumatología. Relacionada con la vida
desenfrenada y opulenta, la han padecido grandes personalidades en el pasado.
De gota han sufrido los miembros de la dinastía Carolingia, Pedro de Medici,
padre de Lorenzo el Magnífico, conocido como el gotoso. El Rey Sol, Luis XIV,
sufría también ataques de gota. Una enfermedad que ya era bien conocida por
Hipócrates, el gran médico griego del siglo IV a.C. Sin embargo, pese a los avances
en el conocimiento de la enfermedad, así como de su tratamiento, es frecuente
que muchas personas en la actualidad incluso profesionales de la medicina,
desconozcan aspectos básicos sobre la misma.
Aprovechando la pregunta de un paciente al que detectaron el ácido úrico elevado y su inquietud sobre el padecimiento de gota voy a comentar algunos aspectos sobre esta clásica enfermedad.
La elevación de ácido úrico en la sangre no conlleva el
padecimiento, en si mismo, de ninguna enfermedad. Esto lo denominamos hiperuricemia asintomática que,
generalmente, no requiere ningún tratamiento. No obstante, en algunos sujetos,
este estado de hiperuricemia puede asociarte a enfermedad clínica que puede ser
de tres formas diferentes. En primer lugar la “gota”. Se trata de una inflamación articular que ocurre
generalmente en extremidades inferiores y que se reconoce fácilmente por
acompañarse de signos inflamatorios muy intensos como dolor, calor y
enrojecimiento articular. Se produce cuando los cristales de Urato se depositan en el líquido articular y el diagnóstico lo realizamos los reumatólogos
mediante el examen al microscopio de una pequeña muestra de líquido sinovial,
visualizando los cristales de urato.
En segundo lugar puede producir litiasis en la orina. En estos casos
los cristales de ácido úrico
cristalizan en la orina y producen cálculos con los consabidos cólicos renales. Por último, los
cristales de urato se pueden depositar debajo de la piel, produciendo unos
abultamientos que se denominan “tofos”.
Es frecuente que un mismo paciente presente varias manifestaciones de forma
simultánea. Es en estos casos: gota, litiasis renal y tofos, cuando es
imprescindible ofrecer un tratamiento. Al contrario, cuando el paciente
presenta una hiperuricemia asintomática, no suele precisar tratamiento.
En la práctica clínica habitual de nuestras consultas en Elche y Alicante una gran parte de los
pacientes con hiperuricemia asintomática es debida al uso de diuréticos,
medicamentos que se emplean habitualmente en enfermedades del corazón y en el
tratamiento de la hipertensión.
Imagen de NickGorton